Abstract
Para leer textos de Macedonio, no la persona, sino el autor- escritor, hay que instalarse en su universo excéntrico y, desde dentro, entablar una conversación. Hay que estar con Macedonio, no para avenirse a sus opiniones, sino para convertirlo en objeto de estudio y leerlo asépticamente desde afuera. Estar con Macedonio, conversando, es el único modo que tengo de conocerlo, desde que estoy involucrada en su pensar- escribiendo. este procedimiento de lectura implica identificaciones, ni idolatrías. También evita "la ignominia del erudito" (Deleuze). Conversar, exige diferencia, y al mismo tiempo, compartir un clima de sintonías difusas, palpables y placenteras. Es más: aprendí a conversar con Macedonio, conversando.