Prácticas de crianza en madres adolescentes
Abstract
Las prácticas de crianza son acciones dirigidas a los niños, basadas en patrones culturales, creencias, conocimientos y posibilidades de cuidado, en un contexto que vincula al microsistema familiar y a los cuidadores. Abarcan una serie de conductas interrelacionadas, entre ellas el acompañamiento de la mujer durante el embarazo, la lactancia materna, los cuidados del niño, la organización de su desarrollo, las condiciones socio culturales y del hogar. Estos factores relativos a la asistencia del niño y a los vínculos familiares, determinan las relaciones que se dan entre la madre y su hijo, necesarias no sólo para favorecer la prolongación de la lactancia sino para el desarrollo psicomotor, intelectual y afectivo del pequeño, garantía de que la madre lo podrá alimentar y criar en un entorno de contacto corporal y de bienestar inmediato. Las interacciones que se establecen entre las madres adolescentes y sus hijos pueden verse influenciadas por las ideas y expectativas que ellas tienen sobre el desarrollo infantil, la educación y la socialización del niño; refieren a concepciones y procesos cognitivos que permitirían comprender un fenómeno que puede ser particularmente complejo en este grupo de madres.
Por ello, esta tesis buscó indagar en la crianza, necesaria no sólo para favorecer el cuidado infantil sino para contribuir al desarrollo psicomotor, intelectual y afectivo del niño. Tuvo como objetivo general analizar las prácticas de crianza referidas por madres adolescentes con distintas características sociodemográficas y perinatales asistidas en una maternidad pública de Corrientes Capital durante 2018; y como específicos analizar sus expectativas sobre el desarrollo evolutivo de los niños y sus ideas acerca del desarrollo de la inteligencia, del lenguaje y de las funciones y principios de la educación infantil. El diseño combinó la estrategia cuantitativa, en menor medida, para caracterizar la problemática del embarazo adolescente en una ciudad del nordeste argentino y la estrategia cualitativa, principalmente, anclada en un contexto de descubrimiento del fenómeno social en estudio.
Los resultados cuantitativos mostraron que en 2018 se asistieron en la maternidad de referencia 2149 partos de los cuales el 20% correspondieron a adolescentes de 19 años y menos. Para caracterizar la población adolescente se logró acceder a 348 historias clínicas perinatales, el 80.9% de todas las adolescentes atendidas por parto en esa institución. La edad materna osciló entre 13 y 19 años, promedio 17,05 años; el 32,18% eran adolescentes tempranas con 16 años o menos; el 67,81% adolescentes tardías con 17 a 19 años. El 50,57% provenían de la ciudad capital. En situación de pareja el 50,01% eran solteras; 47,12% estaban en pareja y 2,29% casadas. En escolarización 93,96% habían completado la instrucción primaria y de estas sólo
7,30% la secundaria. Sobre anticoncepción, únicamente el 4,59% tenía registrado uso de métodos anticonceptivos previos al embarazo y en planificación de la gestación, para el 86,20% fue una cuestión inesperada. Según el número de hijos, en el 82,75% era el primer hijo, en las restantes se constató multiparidad. Con respecto a los controles prenatales, el 54,02% había cumplido 5 o más visitas médicas; 13,79% sólo 4 controles; las demás presentaban controles muy insuficientes. En los recién nacidos, el 86% fueron de término y el 14% resultaron prematuros o posmaduros; el 87,34% tenían peso adecuado a edad gestacional; 8% bajo peso y 4% alto peso para la edad; sólo el 67% tenían tallas adecuadas a edad.
Para la etapa cualitativa se entrevistaron 25 madres adolescentes. La primera dimensión de análisis refirió a sus expectativas sobre logros en el desarrollo evolutivo o edad en que esperaban en el niño determinadas destrezas. Se identificó como categoría emergente el desarrollo evolutivo y edad biológica permitiendo reconocer en ella tres propiedades, ideas evolutivas tardías con progenitoras poco informadas que expresaban que los logros madurativos se alcanzaban a edades más avanzadas de las que en general sucedían; ideas evolutivas más acordes u optimistas integrada por adolescentes con posturas más ajustadas a
la edad del niño; en último lugar ideas evolutivas oscilantes, con expresiones paradójicas que por un lado mostraban expectativas innatistas y estímulos familiares, y por el otro, los logros evolutivos adquiridos por el uso de la tecnología.
En las ideas sobre el desarrollo de la inteligencia, la categoría emergente se definió como concepción mono o multifactorial de la inteligencia, mostrando en general desconocimiento por parte de las adolescentes entrevistadas. No obstante esto, se identificaron dos propiedades, la más constante la característica individual del niño y su familia, o sea el entorno del infante y su personalidad; mientras que en segundo lugar se ubicó como propiedad la dependiente de la educación, o sea más relacionada con la concurrencia a la escuela incluso desde el jardín.
El otro eje de indagación fueron las ideas sobre el desarrollo del lenguaje, identificando como categoría emergente el carácter múltiple del lenguaje con tres propiedades; la más frecuente la imitación base del lenguaje, primero imitar sonidos y luego recién incorporarlos al lenguaje; la otra se definió como el lenguaje dado por la escuela o sea la educación como base para aprender a hablar; la última propiedad refería a lo innato y el estímulo familiar, la capacidad de hablar y hacerlo bien dependiendo de lo heredado y del estimulación desde la casa.
La dimensión referida a las ideas de las madres sobre las funciones de la educación infantil, identificó como categoría de análisis la educación infantil entre la dependencia y la autonomía. Mostró varias propiedades, la primera y más frecuente, aprender a leer y escribir sobre todo en los primeros años; la segunda cuidar y alimentar a los niños vinculada a problemáticas de los progenitores y necesidad de apoyo a las familias; la tercera propiedad empatía y solidaridad referida a la búsqueda de las mejores relaciones y convivencia con otros; la última propiedad, jugar y socializarse, sobre todo en los primeros años de vida.
El último eje de indagación fue sobre las ideas respecto a principios de la educación infantil donde se reconoció como categoría emergente el valor de la escuela más allá de la adquisición de conocimientos con tres propiedades. La más frecuente desarrollar la creatividad, no solo jugar y divertirse sino desarrollar habilidades; otra propiedad obediencia y responsabilidad mostraba a la escuela valorada como el espacio para aprender a no contradecir a adultos y ser responsables; la última propiedad generar confianza, se centraba en que el niño fuera tomando sus propias decisiones.
En conclusión, el momento cuantitativo mostró que el 20% de los partos del año 2018 correspondieron a mujeres de 19 años y menos. De las 348 historias clínicas analizadas, un tercio pertenecía a madres con 16 años o menos; la mitad eran solteras; sólo 1 de cada 10 tenían concluida su formación secundaria; cerca del 10% había abandonado la educación primaria; casi 9 de cada 10 adolescentes no había planeado el embarazo; cerca del 20% ya tenían más de un hijo; casi la mitad registraban insuficientes controles prenatales; 14% de los recién nacidos eran prematuros o posmaduros; 14% de los niños presentaron bajo o alto pesos para la edad gestacional y en casi 3 de cada 10 niños talla menor a la esperada.
Del momento cualitativo se observaron expectativas sobre el desarrollo evolutivo vinculado con la edad biológica que mostró ideas más bien tardías. En las ideas acerca del desarrollo de la inteligencia la categoría emergente identificó concepciones mono o multifactoriales, con una propiedad más reiterada en los relatos referida a las características individuales del niño y su familia y en un segundo lugar la dependencia de la educación.
Con respecto a las ideas sobre el desarrollo del lenguaje, la categoría emergente refirió al carácter múltiple del lenguaje y tres propiedades; si bien la más frecuente fue la imitación como base del mismo, también se identificó el lenguaje dado por la escuela así como lo innato y el estímulo familiar. En cuanto a las ideas sobre funciones de la educación, la categoría que surgió fue la educación infantil entre la dependencia y la autonomía con cuatro propiedades, las más reiteradas el aprender a leer y escribir y el cuidar y alimentar a los niños, y las menos lograr empatía y solidaridad y jugar y socializarse. La última dimensión, referida a ideas sobre principios de la educación infantil, permitió identificar como categoría emergente el valor de la escuela más allá de la adquisición de conocimientos; con tres propiedades identificadas con de manera desarrollar la creatividad, obediencia y responsabilidad, generar confianza.
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